3 mai 2006

Juan Goytisolo : La humanidad sigue la dirección de sus zapatos

Juan Goytisolo, usted y Sami Nair escribieron en el 2000 un libro casi profético sobre los riesgos que suponía la política de represión y marginación de los inmigrantes africanos. ¿Se quedaron cortos ?

Lo peor es la marginación. Yo he vivido durante la mayor parte de mi estancia en París en un barrio del Segundo Distrito donde los franceses son un elemento más. Es un barrio de judíos y armenios, luego llegaron masivamente los españoles y se fueron, llegaron los portugueses y se fueron... Los turcos, en cambio, se quedaron. Hay un crisol de nacionalidades y lo extraordinario es que comunidades enfrentadas en sus países de origen no tuvieron jamás el menor roce. He aprendido tanto de diversas ciudades, como Nueva York o París, como de Cervantes o Fernando de Rojas.

Ventajas de la convivencia.

Sí, son formas de vida estimulantes. Cuando vivía allí hablaba relativamente bien el árabe dialectal del Magreb y cuando llegaron los turcos, durante cuatro o cinco años iba todas las tardes a un centro de refugiados, charlaba con gente joven y recibía clases de turco. Como ellos vinieron a mi barrio, decidí aprender su idioma. Prefiero sumar, jamás restar : tener dos lenguas y dos culturas es mejor que tener una, y tener tres es mejor que tener dos. Las comunidades que se cierran sobre sí mismas, buscan sus esencias ancestrales y mantienen unas identidades icónicas fijas, están condenadas al estancamiento y a la inmovilidad.

¿Lo de Ceuta y Melilla era previsible ?

Las proximidades de Ceuta y Melilla se estaban convirtiendo desde hace varios años en algo parecido a lo que vi en California y Tijuana, una zona fronteriza en la que, en un lado, están el sueño americano o el europeo, y al otro lado, la miseria de toda América o de toda África. Pedir a Marruecos que controle 3.200 kilómetros de frontera es absurdo.

Nadie podrá detener a los hambrientos camino hacia el Norte.

Es imparable, la humanidad sigue la dirección de sus zapatos y nadie puede reprocharles que busquen un modo de vida decente. Marruecos es un lugar de paso y con las dificultades al tráfico de pateras se ha convertido en una sala de espera de desesperados.

Sigue sintiéndose un autoexiliado, un « español sin ganas », como confesó en una ocasión.

Lo dije porque me repugna tener ganas de ser algo. Me gusta una frase de Luis Cernuda : « Uno es español, pero no hay que andar por ahí españoleando ». O vasqueando, o catalaneando. Para un escritor, es conveniente tener cierta sensación de apátrida, uno pertenece a una comunidad lingüística y nada más.

Extractado de Webislam