No es posible evaluarlo todo de una vez, pero cada etapa de una acción puede acompañarse de una reflexión sobre su potencial evaluación, por Thierry De Smedt
Si las acciones de educación al desarrollo se han visto multiplicadas en el curso de los últimos años, constatamos que su evaluación presenta problemas y es a menudo dejada de lado.
Las prácticas de educación para el desarrollo son, ciertamente, diversas y variadas. Pero la especificidad de cada acción y de cada actor no debería impedirnos mirar atentamente los resultados de esta educación para el desarrollo y su alcance sobre las acciones emprendidas.
Interrogarse sobre la evaluación en el campo específico de la educación para el desarrollo nos obliga a interrogarnos, primero, sobre la evaluación en tanto que tal.
¿Qué significa evaluar ? Etimológicamente, evaluar consiste en hacer referencia a unos valores, apreciar, atribuir valor a algo. Evaluar es valorar.
La noción de evaluación consiste también en preguntarse por el sentido de lo que se hace. Evaluar es, así, un acto de libertad, un acto de autonomía porque permite describir y clarificar lo que se ha emprendido.
La evaluación no es un fin en sí. Es una herramiento que permite mejorar la calidad del trabajo.
La evaluación favorece también una mayor racionalidad en lo que se hace, facilita el abandono de las acciones inútiles y permite concentrarse en lo esencial de la misión. Obliga a cuestionarse constantemente y a evolucionar.
En educación para el desarrollo, la evaluación debe tener en cuenta el sentido mismo del proceso educativo. Porque, ¿qué es educar ?
El acto educativo es un proceso de influencia de alguien sobre otra persona, pero cuyo objetivo final busca el aumento de la autonomía del otro, el refuerzo de su potencial de libertad. No puede, así, tratarse de una conducta restrictiva.
La educación debe tener en cuenta el desarrollo de la persona. El educador debe estar atento al efecto que produce su acción. Debe respetar la dignidad del destinatario, su libertad para expresar su punto de vista, incluso su desacuerdo. Debe aceptar sentirse desestabilizado y renunciar, al final del proceso, a su poder sobre el otro.
Evaluar un proceso educativo es tener en cuenta todas las facetas de la educación. Evaluar un proceso educativo es medir si algo ha cambiado, evaluar comportamientos, actitudes y no sólo conocimiento. Es esto lo que crea toda la complejidad de la evaluación en educación : cambios en el comportamiento de los educandos, qué cambios, en qué dirección, con qué intensidad, dejando también abierto un espacio a un cambio imprevisto, diferente de un comportamiento esperado según un camino que cada aprendiz debe definir.
Lo mismo vale para el evaluación de una acción de educación para el desarrollo.
Evaluar un proyecto de educación para el desarrollo en su globalidad resulra extremadamente difícil. No se puede evaluar todo de una vez. Una de las pistas propuestas para la evaluación en educación para el desarrollo es orientarse hacia la evaluación de segmentos del proyecto, precisando lo que se quiere evaluar, por qué y cómo. Cada evaluación responderá así a una cuestión específica.
Todo proyecto de educación para el desarrollo puede ser segmentado en ocho sectores, considerando que toda acción de educación para el desarrollo encuentra su razón de ser en :
La determinación de un problema de maldesarrollo en el mundo.
La identificación de un público susceptible de convertirse en factor de cambio.
Una herramienta pedagógica que pueda provocar ese cambio.
Cada segmento es susceptible de ser analizado en el marco de una evaluación :
1. Evaluar la validez de la problemática proyectada en el dominio del desarrollo. Ejemplos : el comercio mundial, el trabajo infantil.
2. Evaluar la validez del público identificado como factor de resolución del problema, como intermediario, como vehículo de cambio.
3. Evaluar la calidad de las herramientas educativas, teniendo en cuenta los métodos de comunicación educativa adoptados (enfoque cognitivo, participativo, sicoafectivo).
4. Evaluar cuantitativa y cualitativamente la audiencia de las herramientas educativas.
5. Evaluar los efectos inducidos por la difusión de las herramientas aplicadas.
5bis Evaluar la validez de los métodos educativos adoptados para crear esas herramientas.
6. Evaluar la validez de los características atribuidas al público diana del dispositivo educativo.
7. Evaluar la acción de las representaciones, actitudes y comportamientos sobre el dominio del desarrollo.
Algunas observaciones se imponen a la lectura de este modelo :
La evaluación por segmentos ne debe olvidar que estos ocho segmentos componen una unidad. Cada parte repercutirá directa o indirectamente sobre los otros segmentos y debe, así, mantenerse la coherencia del conjunto.
La evaluación debe ser tenida en cuenta al momento de la concepción de la acción de educación para el desarrollo. Cada etapa de la acción debe acompañarse de una reflexión sobre su potencial evaluación.
La evaluación de los diferentes segmentos debe tener un lazo con los objetivos del proyecto educativo.
La evaluación de los efectos inducidos por una acción de educación para el desarrollo no puede ignorar el impacto de los efectos exteriores, como el contexto político, socioeconómico, ambiental y mediático.